Déjale A Tu Hijo (388)

24 mayo 2009

Déjale a tu hijo alguna raíz con nudo, y alguna ala sin amarre. No lo presiones hasta el punto de que el vaso se rebose y quede vació.

Deja que se evaporen las locuras de ayer, y mételo en la esperanza tentadora del mañana.

Sé más estrella que cerrazón de noche.

Dale una cercanía que no lo limite, y una supervisión que no lo acorrale.

Dale luz de tu pensamiento, más la ira de tu enojo.

Dale la serenidad de tu alma, más que la inquietud de tus dudas y temores.

Dale soluciones, más que recriminaciones.

Dale un espacio y un perdón, no una jaula de castigo donde sus alas solo den aletazos de rencor.

Dale fe en si mismo, para que solo, pueda mover sus sentimientos.

No le exijas sobresalir; no lo compares con nadie; no achiques la estima de si mismo aunque falle, ni lo supervalores porque acierte.

La madre no perdona como el mundo: ella absuelve; no renuncia a la venganza, sino acepta la página en blanco para empezar de nuevo.

Déle explicaciones a sus desasosiegos, generosidad a su egoísmo, protección a su vida, y nunca lo separes de tu corazón.

Todo el que vive a tu lado te da algo de si mismo, y a la vez recibe ese reflejo tuyo que irradia lo que eres. Por eso, todo lo que te gustaría ver en él, dáselo con tu solidez, con tu alma, con tu amor, con el ejemplo de tu vida.

Déjale tu reposo a su intolerancia, tu calmada reflexión al atolondramiento de sus años, y razones bien fundamentadas como un detonador de justicia.

No discutas por todo, dándole al hogar un sabor de amargura; mejor dale un beso y llénalo de luz.

Alguna vez pregúntale: ¿Tuvo material mi vida para enseñarle todo lo que quisiera que fuera?

La madre es la mejor carpintera del edificio de su hijo, la que sabe como ensamblar todos los elementos para hacerlo resistente, la que sabe donde apretar las tuercas y donde abrir los espacios para que entre el sol.


Autora: Zenaida Bacardí de Argamasilla.
Del libro Ramillete de Estrellas.



Como padres, somos imperfectos, cometemos errores y tenemos defectos, pero podemos hacer muchas cosas bien. Incondicionalmente se es el referente emocional del hijo. Para transmitirles unos valores con limites firmes y unas pautas de comportamiento correctas, recuerda en el día a día que "no se enseña lo que se sabe, ni lo que se dice: se enseña lo que se hace"

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